Diego
de Alcalá nació en San Nicolás del Puerto, Sevilla, hacia el año 1400. Desde
muy joven abrazó la vida eremítica, dedicándose por entero a la oración y al
trabajo.
Posteriormente
ingresó en la Orden franciscana, como hermano lego, y desempeñó con toda
humildad los oficios más sencillos.
En
1441 partió como misionero a las Islas Canarias y en 1450 se trasladó a Roma,
donde con su oración curó a muchos enfermos de peste. Finalmente regresó a
España.
Falleció
el 12 de noviembre de 1463 en Alcalá de Henares, donde se veneran sus
reliquias.